En términos generales, la liquidez es la facilidad con que un bien o activo puede ser convertido en dinero, que es el bien líquido por excelencia (pues es de aceptación inmediata y universal).
El mayor o menor grado de liquidez está determinado por esa circunstancia. Por ejemplo, el oro es un bien muy líquido, dado que puede ser negociado y transformado en dinero casi de inmediato (como se comprueba acudiendo con una joya de ese metal precioso a cualquier casa de empeño, donde tras una rápida verificación de su autenticidad se recibe el efectivo).
Una vivienda y una gran máquina, en cambio, son bienes poco líquidos, pues su transformación en dinero seguramente tomará un buen tiempo, al depender de sus características y la condición en que se hallen, así como de los requerimientos del comprador.
En términos bancarios y empresariales, la liquidez es la disponibilidad inmediata de dinero, y refleja la capacidad de hacer frente a las obligaciones de corto plazo. Se considera que una empresa es muy líquida si posee una fuerte disponibilidad de activos corrientes (caja y bancos, cuentas por cobrar de corto plazo, etc).
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario