Ello ocurre así debido a su mayor riesgo y el mayor costo operativo de sus créditos.
El mayor riesgo se debe a que los agentes pequeños, a diferencia de los grandes, no suelen ser tan conocidos (con datos de ingresos y flujos de caja repetidamente comprobados), ni tener un respaldo patrimonial tan amplio, ni un historial de pagos verificado a satisfacción, ni una sólida relación de confianza establecida en base a esos y otros factores. En muchos casos ellos recién comienzan a construir un historial y una imagen, y es en ese proceso que gradualmente van accediendo a mejores condiciones.
El mayor costo operativo, por su parte, resulta del proceso de tramitación, evaluación, verificaciones, papeleo y otras acciones que permiten otorgar el crédito. El costo operativo de un crédito de un millón de dólares a un solo cliente de gran tamaño, por ejemplo, es mucho menor que el de otorgárselo a cien clientes pequeños (a razón de US$ 10 mil a cada uno).
Así las cosas, cuando se establece topes a las tasas de interés, lo único que se logra es perjudicar a los clientes más pequeños o que acceden con más dificultad al sistema financiero, pues las entidades crediticias optarán por no atenderlos, al no poder cobrarles la tasa que compense dicho riesgo. Y estos se verán obligados a recurrir al financiamiento informal, que es muchísimo más oneroso.