Aunque aparentan ser muy similares, ambos tipos de tarjeta mantienen diferencias sustantivas.
La principal es que la tarjeta de crédito permite hacer un gasto a cuenta del crédito concedido por la entidad financiera. La segunda, en cambio, implica gastar el dinero propio, no habiendo crédito alguno de por medio. Es por eso que a esta última también se le denomina Tarjeta al Contado, en contraposición al carácter crediticio de la primera.
Es decir, mientras que la primera hace posible efectuar gastos hasta agotar el límite de la línea de crédito otorgada (que puede llegar a ser muy amplia, según la solvencia del titular de la cuenta), la segunda sólo permite gastar hasta que se agote el saldo disponible en la cuenta.
Otra diferencia sustancial está dada por la forma de liquidación de los gastos. Así, mientras que con la tarjeta de crédito la entidad financiera carga en la cuenta del titular, en una fecha determinada, los gastos del mes, pudiendo éste hacer un pago mínimo y refinanciar el resto, con la tarjeta de débito los pagos son inmediatos, en el momento mismo en que se efectúa el gasto. Basta pasar la tarjeta por el aparato denominado P.O.S. (Point of Sale) para que se haga la transferencia respectiva, desde la cuenta del titular, hasta la del establecimiento donde se hizo el consumo.
domingo, 7 de diciembre de 2008
domingo, 26 de octubre de 2008
Suscribirse a:
Entradas (Atom)