Aunque parezca ilógico o injusto (uno tiende a pensar que los clientes pequeños deberían tener una tasa menor), ello ocurre por varias importantes razones:
En primer lugar, por el menor riesgo. Un cliente grande y conocido, con datos de ingresos y flujos de caja verificados repetidas veces, con un amplio respaldo patrimonial, con un historial de pagos intachable y con una sólida relación de confianza establecida en base a todo ello, implica para el banco un riesgo mucho menor que un cliente nuevo, al cual recién se podrá ir conociendo a través del tiempo.
En segundo lugar, por el menor costo operativo. Dicho costo (derivado de la tramitación, evaluación, verificaciones diversas, papeleo, etc) es mucho menor (en comparación con el monto total desembolsado) para un crédito grande que para un crédito pequeño.
Esas diferencias se reflejan en las tasas de interés, como se constata en el cuadro adjunto de la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP del Perú.
En él se puede ver que las tasas aumentan conforme disminuye el tamaño de las empresas, siendo las de los créditos corporativos muy inferiores a las de las microempresas.
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