En la evaluación de proyectos, el aspecto determinante es, sin duda alguna, la rentabilidad, la cual se mide a través de los conocidos métodos del Valor Actual Neto (VAN) y Tasa Interna de Retorno (TIR), los cuales nos dicen si un proyecto es viable o no desde ese aspecto.
Éste consiste en plantear diversos escenarios en el devenir de los proyectos, intentando indagar cómo podrían alterar su desempeño. Es decir, en asumir que, por diversos motivos, los valores previamente estimados no se cumplen, y más bien varían significativamente, estableciendo un escenario distinto al estimado. De esa manera se puede prever situaciones no contempladas, y reaccionar adecuadamente ante ellas.
Esos cambios podrían estar dados por bajas en el precio de ventas, elevación del costo de los insumos (por ejemplo el petróleo), modificaciones del tipo de cambio, incremento del costo financiero, cambios en las tasas tributarias, cambio en la legislación económica, incursión de un nuevo competidor que reduzca la demanda, aparición de un bien sustituto, etc.
Esos cambios podrían estar dados por bajas en el precio de ventas, elevación del costo de los insumos (por ejemplo el petróleo), modificaciones del tipo de cambio, incremento del costo financiero, cambios en las tasas tributarias, cambio en la legislación económica, incursión de un nuevo competidor que reduzca la demanda, aparición de un bien sustituto, etc.
La función de este análisis es incorporar numéricamente esos cambios en los flujos esperados del proyecto para determinar si, a la luz de una nueva evaluación bajo el VAN y el TIR, sigue siendo rentable.
Imagen: queaprendemoshoy,com
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