El costo de oportunidad es aquel costo en que se incurre al renunciar a una determinada acción por haber elegido otra.
Por ejemplo, si se decide comprar al contado en lugar de hacerlo a plazos, el costo de oportunidad estará dado por la disminución de liquidez en que se tuvo que incurrir, y que podría haber servido para otro uso, por ejemplo el pago de una deuda costosa.
También hay un costo de oportunidad cuando se mantiene un inventario excesivo en lugar de uno acorde al flujo de ventas (lo que inmoviliza el vital capital de trabajo y eleva el costo de almacenamiento), o cuando se opta por un activo fijo más barato que otro (que quizá sea mucho menos eficiente y productivo), o cuando por el afán de ahorrar se transporta la mercadería por barco en lugar de hacerlo por avión (lo que podría ser fatal tratándose de productos delicados o fácilmente perecibles), o cuando se decide consumir las utilidades en lugar de reinvertirlas (para que el negocio siga creciendo).
Como vemos, existe un costo de oportunidad prácticamente en cualquier decisión que se pueda tomar, y como tal debe ser considerado en la evaluación del negocio, con el objetivo de que sea el más bajo posible, pues ello repercutirá directamente en el fundamental aspecto de la rentabilidad.
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