Si bien ambas son inversiones efectuadas en el país por extranjeros (no residentes), se diferencian en el plazo en que se llevan a cabo y en el propósito que persiguen.
Así, la Inversión Extranjera Directa (IED) se efectúa a un largo plazo, y con el objetivo de lograr influencia en la dirección de la empresa o proyecto al que se destina. Se considera como empresas de este tipo a aquéllas en las cuales el inversionista no residente posee un 10% o más de su patrimonio.
La IED es un importante complemento de la inversión privada y pública nacional. En el Perú se destina masivamente a grandes proyectos en minería, telecomunicaciones, transportes, energía, industria, comercio, y otros importantes sectores. El año 2014 alcanzó los US$ 7,885 millones, representando aproximadamente el 4% del producto bruto interno.
La Inversión Extranjera en Cartera, en cambio, se efectúa a plazos mucho más cortos, pues no busca permanecer en una empresa o proyecto, ni lograr participación en su dirección o control, sino únicamente obtener una rentabilidad rápida. Puede destinarse a la compra de acciones, bonos, pagarés, títulos de deuda, instrumentos del mercado monetario, instrumentos financieros, etc. Se le suele conocer como capital especulativo o golondrina, y como uno de los principales animadores de las bolsas de valores. En algunos países se le impone restricciones, por considerar que genera demasiada volatilidad en el sector externo.
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